martes, 19 de junio de 2012

Dudas y deudas.

Hoy es un día gris, de esos en los que el cielo se pone un sombrero de nubes y en el tren sólo se ven diciembres y eneros en las caras de la gente. No hay motivos ni para la paz ni para la guerra y sin embargo se libra la batalla interna en el pecho dejando muertos todos los momentos. Al rededor todo está completo todas las cosas que han estado siempre, está todo y no hay nada, nada en absoluto, nada de lo real. No queda vida. Todo éste cuadro sólo es un precio, un precio breve pero intenso a pagar. Cuando vives así, cuando vives sin pensar, sin vivir de verdad, sólo viendo la vida pasar, has de pagar ese precio. Puedes mantenerte al margen mucho tiempo, puedes hasta llegar a creértelo, pero a veces la tristeza te encuentra, te encuentra y te viola y te deja ahí en el subsuelo recordándote que nada es perfecto ni eterno, que lo tienes todo y en el fondo no tienes nada. Dura poco, poco como todo, puedes huir si quieres pero siempre te perseguirá, y te encontrará. Porque aquello que dejaste sin terminar siempre vuelve. Hoy, hoy vino la tristeza para cobrar mis deudas.


Vino recordándome una vez más que no vale vivir así y que de nada sirve huir.

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