viernes, 21 de diciembre de 2012

El primer día del resto de tu vida.

Despegas las pestañas y e incorporas tu alma. Los pies en el suelo frió se preparan para andar hacia la realidad de un nuevo momento. El calendario lo marca bien claro. Otros muchos antes ya hablaban de este instante. Y sales. Pasas por aquí, por allá y por donde nunca imaginaste estar. Y no hay, no hoy. La inmensidad acaricia tu percepción y no lo puedes creer. Y sólo surge una pregunta en tu interior ¿qué ocurre? 
No hay, no hoy, no hay nadie en ningún lugar hoy, por más que busques en los escondites de la ciudad, no hay nada, ni nadie vivo. Hasta ahora pensabas conocer realmente lo que significaba el silencio pero te das cuenta de la verdad. Miles de pensamientos y sensaciones van y vuelven por los recovecos de tu cuerpo y tu mente. Tiempo. No encuentras respuestas ni coherencia. Y dejas de pensar, solo sigues viviéndolo. Las cosas parecen diferentes, pero solo son cosas. Soledad. Realidad.
Por mucha curiosidad que haya en tu ser, te aferras en gran parte a lo conocido. Dejas salir a algún "yo" reprimido, sólo por probar, sólo porque nadie te ve. Pero al final vuelves a donde has empezado, vuelves a ese sueño eterno. 


Mañana despertarás y todo volverá, pero algo ha cambiado ya, todo ha cobrado una importancia especial.

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