domingo, 31 de agosto de 2014

Jaque

A veces aun te veo ahí en frente de mi ventana, en plena calle, en el pasado. Otros, antes y después han estado en ese lugar, pero yo te veo a ti. Mirándome, siendo uno que un día creí conocer. Y hoy, aunque espejismo, aun vuelves. Te enterré del todo durante bastante tiempo, pero como con un especial don te desenvuelves de las arenas movedizas del olvido y te reconectas más intenso que nunca. Me pregunto qué pretendo y qué pretendes acampado en ese plano atemporal y voluntario en el que te recreo ultimamente. Y mientras me aborda la cuestión tú me observas siendo tú, o lo que yo recuerdo que tú eras. Porque los recuerdos aunque sinceros estan preñados de mentiras, de convicciones y piedad para potabilizarlos a un presente que pretende asumirlos y saborearlos pese a su naturaleza, inevitablemente, muerta. Escribir esto supone un acto de cobardía, supone agarrarme a una idea no solo irreal sino sencillamente infantil. El hecho de reconstruir o reinventar este sentimiento es síntoma de un retroceso evolutivo hacia lo que podría denominar la realización de mi plenitud. Pero ahí estás y no desapareces, ni yo, en el fondo, quiero que lo hagas. Ahí te quedas y yo te miro de reojo y te lo digo todo, como siempre, en silencio.



No hay comentarios:

Publicar un comentario