Ahora que la soledad se presenta tan grande pienso en
nuestras veces, o en mis veces contigo. Pienso en los momentos y los abrazos y
en todo eso que sentía. Que aunque en el fondo supiera que era solo mío, era
precioso. Y no sé si es porque eres la cosa más inmensa que he sentido
recientemente o que ahora tengo apagados los músculos que accionan mi alegría.
No sé pero me pesa y no es nostalgia. No es lo que se supone que debería sentir
por estar fuera de mi origen, no, no tiene nada que ver. Es la pura carencia,
la carencia en carne viva. La falta de unos brazos que me sujeten el corazón a
golpe de caricia, de unos besos que se coman mis miedos. Alguien que me
devuelva la fe, la luz, las ganas. Aunque ahora me concentre muy muy fuerte en
los retos diarios que lo ocupan todo y me anestesie de novedad.
Tengo la misma sensación.
Me encanta...
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