lunes, 22 de octubre de 2012

"Señorita".

Te abro la puerta y pasamos al lugar. Todo recto a la izquierda. La luz tenue ilumina nuestros rostros y llegamos a la gran mesa verde bajo la cual rechina la madera vieja de aquel acogedor lugar. "Un Nestea y una clara con limón, por favor". El sillón ya nos está esperando. Las palabras fluyen, se entremezclan en el ambiente envolviéndonos en nuestra propia burbuja. Los colores de la mesa se esparcen con el primer golpe y yo comienzo a sentenciarte  "voy a ganar una vez más". Se combinan mirada y movimiento. Tú te acercas a mi oído justo cuando voy a golpear, estoy nerviosa, pero no muevo ni un músculo de más. No juegas nada mal, pero mis palabras desvían la trayectoria de tus tiradas y vuelvo a salirme con la mía. Al fin y al cabo la victoria es lo de menos. Salimos a la calle. Llueve a cántaros, hace una noche preciosa o cierto fresco que me hace pegarme más a ti. En cualquier caso te cojo de la mano y vamos de camino al metro sin poder aguantar ni cuatro pasos para volvernos a besar. Llegamos al final y justo a la mitad volvemos a parar el tiempo el uno en el otro en algo que es más que un beso, que es prácticamente un intercambio de almas. Y ambos nos vamos en dirección contraria. Al final como en una película ambos nos giramos y nos volvemos a mirar. Y yo sigo caminando hasta desaparecer del todo.




Así y solo así quiero recordarlo. Así fue y nunca jamás será ese juego al que nos gustaba jugar y el cual sabíamos que en algún momento tenía que terminar. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario