sábado, 8 de septiembre de 2012

Tomarnos un respiro en el país de las maravillas.

Entré en la casa de la oruga y salí por la puerta de atrás directamente al país de lar maravillas, con impaciencia. Es un lugar que me pierde pero por suerte te encontré rápido. Y ahí tu guarida, tu lugar de paz. Inspiré hondo impregnándome de toda esa paz, el olor de tu mirada, la suavidad de tus movimientos. Y sin pensarlo, los detalles, la luz, el color de tus palabras, se hicieron uno y me abrazaron en esa espiral por la que bailamos durante horas. Llegamos no sé muy bien como a ese mar del que quedamos naufragos y como si lleváramos días sin probar bocado empezamos a devorar cada una de las ganas que llevábamos guardando tanto tiempo. Y yo entrecerrando los ojos de tanta luz que sacabas de ti terminé por abrirlos y darle una fuerte patada al miedo expulsándolo junto a todos los mecanismos de defensa que me quedaban en la manga. Con los ojos bien abiertos llegó la claridad. Entretanto el vértigo apareciendo de vez en cuando en las nubes por las que nos elevábamos con cada rozamiento. La calma, la añorada calma presente. Y los corazones desnudos, como en una carrera, a cual más rápido, gimiendo de tanto latir. Como niños jugando a pillarnos por el laberinto trepamos a la cabaña del árbol a seguir explorando los recovecos de nuestras almas. Tocando el cielo. Dentro, muy dentro de la oscuridad llegó la luz a todo nuestro ser y la fondue de nuestros cuerpos estalló. El calor derritió las armaduras y la sinceridad se abrió como una rosa en primavera para acercarnos y dejarnos pegados juntos fuera de peligro. Hasta que el sol celoso de tal espectáculo presenciado por la luna le sacó de su butaca y a nosotros de ese sueño de una noche de verano.




'Y sin saber como, el interrogante ''¿me tienes miedo?'' dejo de tener sentido, porque ya no le tenia miedo a nada.'

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