domingo, 23 de septiembre de 2012

Todo pasará mañana.

Al volver me he dado cuenta de porqué me fui. Había olvidado el motivo de mi partida, de mi huida, pero al volver como una ola que te coge desprevenido en la playa, esas razones me han arrollado y empapado de pasado. Cuando tenemos nostalgia distorsionamos sin darnos cuenta la realidad. Tampoco estoy hablando de que no me guste, de que me asuste, de que no quiera quedarme, no, sólo digo que no es tan maravilloso como lo sentía cuando lo echaba de menos. Y aquí estoy, dispuesta a transformar esas dificultades, pero la decepción me invade, no lo puedo evitar.
Hoy es de esos días en los que llegan buenas noticias, en que la vida te sonríe y se cobran las recompensas y sin embargo no puedo entusiasmarme, simplemente pienso en que mañana es lunes y toca volver a dar la talla y quizá no esté bien haciendo lo que hago. Ahí están esos eternos interrogantes a los que cierro la puerta y se cuelan por la de atrás ¿ésto me compensa? ¿es ésto lo que quiero? ¿lo que debo hacer?



Quizá hoy solo necesite una nana para cerrar los ojos y mañana ya será otro día.

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