A la deriva echo a volar con mi pantera interior rugiéndome el pecho de incomprensión, que un naufragio no es más que vivir, conocer y adaptarse a la soledad. Y en la supervivencia es cuando más claras salen las partes de uno mismo aunque todo parezca oscuridad. Y me envuelve ese aire de realidad en el que vuelo y planeo. Los monstruos llegan cuando se va el sol pero la luna de plata va alumbrando el camino.
Al fin y al cabo me gusta sentir la brisa en la cara.
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