miércoles, 22 de enero de 2014

El duelo y la nostalgia.

Hay días más fríos que otros. Hay días en los que no te abrigan ni las palabras, que ya es decir. Y es que hay días en los que te das cuenta de que hay cosas que ya no están. Y por muchas cosas buenas que sepas que vienen, porque vendrán, nada te sacude de alegría. Necesitamos tanto los finales, como los principios. Y pasar por el duelo del final es de las cosas más duras que se ha de hacer, pero también es necesario. Luchar contigo mismo, entender que hay cosas incomprensibles, cosas que no puedes alcanzar, aceptar, rendirse.
Eso si, una vez pase, no se puede retomar y si el pasado vuelve a pellizcarte cuando estés viviendo tus sueños del futuro no hay que darle más importancia de la que tendrá, es decir, nula, porque el pasado es algo que no es pero está y no hay que esforzarse ni en olvidarlo, ni en revivirlo. Y las cosas no son culpa de nadie y a la vez son de todos. Las cosas las hace quien las hace y las permite quien las quiere permitir.



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